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Marc Ducret - Tower, vol.2

Sergio Piccirilli, El Intruso

Ada o el Ardor, Crónica Familiar es una novela de Vladimir Nabokov publicada en 1969 que relata la historia de dos hermanos -Ada y Van Been- que, desconociendo su verdadera relación familiar, terminan enamorándose apasionadamente el uno del otro. El autor -a partir de la crónica en retrospectiva de los encuentros y desencuentros de sus protagonistas a lo largo de toda una vida- va construyendo una obra compleja, abstrusa y de inigualable belleza en la que se conjugan el erotismo, la naturaleza filosófica del concepto tiempo, el amor incestuoso, los tabúes sociales, la reivindicación de la existencia del paraíso en la Tierra y una reformulación del andrógino platónico que entiende al amor como dos mitades separadas de un único ser original.

Vladimir Nabokov en Ada o el Ardor -tal vez la obra culminante de su trayectoria literaria- despliega una imaginación desbordada y un estilo exuberante cargado de intrincados juegos de palabras, alusiones indirectas, complicidades e ironías que suponen un desafío extremo aun para el lector más avezado. A modo de ejemplo de ese colapso de referencias veladas, basta con citar que el primer encuentro amoroso entre los hermanos sucede en una finca familiar llamada Ardis (aquí descripta como “el Jardín del Edén” en clara referencia bíblica a la morada del primer hombre antes de su desobediencia a Dios); o que la novela transcurre en un planeta imaginario sarcásticamente llamado Antiterra o Demonia de toponimia similar a la Tierra en donde el equivalente a Rusia ha sido conquistado por los tártaros y en el cual un continente semejante a América aparece colonizado por rusos, ingleses y franceses (en alusión a las tres lenguas que dominaba Nabokov); o que a pesar de que la historia ocurre a fines del siglo XIX y principios del XX el relato mezcla de manera desconcertante mansiones campestres características de la época con aviones, teléfonos y rascacielos modernos.

El recuerdo de esta inconmensurable obra de Vladimir Nabokov guarda relación con el nuevo proyecto musical impulsado por el experimentado guitarrista y compositor francés Marc Ducret a través de los álbumes Tower, Vol. 1 y Tower, Vol. 2 recientemente editados por el prestigioso sello discográfico Ayler Records.

En ambos trabajos, Ducret utiliza como fuente de inspiración un hermético párrafo incluido en la primera parte del capítulo doce de Ada o el Ardor en donde se describe la vida del ser humano como la “torre” que se construye cuando “las simples cosas que forman el tejido rutinario” acontecen simultáneamente e “integran la sustancia gozosa de la vida”. Las referencias a ese texto contenido en ambos álbumes se traducen en términos musicales y estéticos de múltiples maneras, la mayoría en forma sutil o solapada; pero también se expresan de manera directa y explícita tanto en los títulos de los álbumes como en el nombre de algunas piezas incluidas en ellos. En ese segmento del libro Van Been le pregunta a Ada qué es una “cosa verdadera” (en inglés “real thing”, frase que encabeza el nombre de tres de las composiciones pergeñadas por Ducret) y ésta le responde “torre” (en ingles “tower”, al igual que el nombre que identifica a este proyecto). En tanto que el tema que cierra el segundo CD -Softly Her Tower Crumbled in the Sweet Silent Sun (“Ella vio cómo su torre se derrumbaba suavemente en el silencio del sol”)- es la frase exacta con la que concluye el capítulo de la novela en el que se inspiró Ducret para elaborar su obra.

En un juego de similitudes -tal vez más subjetivo pero no por ello menos cierto- podríamos decir que así como Ada o el Ardor requiere de sucesivas lecturas y un extenuante ejercicio de comprensión, los dos primeros álbumes del proyecto Tower (hay un tercer disco en camino) también exigen de repetidas audiciones para su cabal disfrute y entendimiento.

Marc Ducret, en ambas faenas discográficas, utiliza un punto de partida literario para construir y deconstruir planos sonoros que combinan partes escritas muy organizadas con otras más indefinidas;  permite la connivencia del jazz, la música clásica contemporánea y la improvisación libre con fracturas dinámicas y series armónicas provenientes del rock progresivo; acepta el concepto de ruido como forma de expresión musical y hace que las líneas fronterizas que dividen los códigos estructurales de composición e improvisación se diluyan hasta fundirse en un único ideario estético.

Aun cuando los dos volúmenes integran un monolítico mapa conceptual con epicentro en los principios mencionados, las diferencias entre ambos resultan palpables y manifiestas. Esas desemejanzas devienen de la utilización de alineaciones tímbricas, formatos y sensibilidades culturales diferentes (un quinteto franco-danés con tres instrumentos de viento, guitarra y batería en el primero de los compactos y un cuarteto franco-estadounidense con dos cuerdas, batería y saxo en el segundo) pero también debido a sus respectivas orientaciones (mas definido, redondo y apegado al material escrito en el primer álbum y deliberadamente indefinido, oblicuo y aristado en el caso del segundo).

Marc Ducret, en las tres piezas contenidas en Tower, Vol. 1, nos sumerge en un laberinto de espejos que en su complejidad parece reflejar de manera fiel el inasequible y ambiguo estilo literario utilizado en la novela de Nabokov.

El extenso y magnifico Real Thing #1 sintetiza el núcleo conceptual en el que se aposenta el proyecto: fascinación por la convergencia de géneros, estilos e influencias (de King Crimson a Tim Berne pasando por Frank Zappa) y permanentes cambios dinámicos e infrecuentes resoluciones armónicas que, en conjunto, van dotando al quinteto de una fuerte y definida personalidad musical.

Real Thing #2 es un collage sonoro en el que se conectan patrones rítmicos asimétricos, climas de contraste, líneas angulares resueltas en contrapunto y complejas armonías. Todo subrayado por la siempre imaginativa guitarra de Ducret. El cierre del álbum, con Interlude L’Ombra di Verdi, reitera virtudes, cualidades y la recurrente pretensión por revitalizar elementos con anclaje en el rock progresivo de los setenta, vistos desde la perspectiva musical del nuevo milenio.

El cuarteto que participa en Tower, Vol. 2 -al amparo de la experiencia compartida entre sus miembros (Ducret ha acompañado a Tim Berne y Tom Rainey en Big Satan y Science Friction y también trabajó junto a Dominique Pifarély en el Sclavis/ Pifarély Acoustic Quartet a fines de los noventa)- se mueve a través de estructuras más abiertas y formas más libres que las utilizadas en el primer volumen. No obstante, en distintos momentos van apareciendo motivos, patrones rítmicos y variaciones temáticas provenientes de Tower, Vol. 1 que generan una ilusión de reconocimiento auditivo casi a la manera en que un Déjà-entendu” sirve en psicología para describir la sensación de que se está oyendo en el presente algo que ya fue oído en el pasado.

En los agitados y cambiantes flujos sonoros de Sur l’Electricité se van entrelazando pasajes de extrema abstracción, un funk deliberadamente deforme, una catarsis de free-rock e imprevistas dosis de humor representadas por breves inserciones en guitarra del riff principal de Smoke on the Water, el clásico de Deep Purple.

En el final, con Softly Her Tower Crumbled in the Sweet Silent Sun, dibujan un curso dinámico en diminuendo; de modo que las turbulencias iniciales -tras un interludio en el que aflora el uso de técnicas ampliadas- muten en una coda sosegada y apacible.

La ambiciosa propuesta estética ofrecida por Marc Ducret en Tower Vol. 1 & Vol. 2 -al igual de lo que sucede con la novela de Vladimir Nabokov en que se inspira- desafía, emociona, desconcierta, sorprende, compromete e invita a profundas reflexiones. Y en todo eso, precisamente, reside la  principal utilidad del arte.